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Categoría: Otras Noticias
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Los datos de Contabilidad Nacional constatan que no existe la más mínima razón para el optimismo sobre la situación económica de la que hace gala el Gobierno y el fracaso de su política económica. Una política inútil- nos condena al estancamiento, si no la recesión económica- injusta y completamente nociva para los trabajadores y los ciudadanos, en general. El sindicato tacha de irreal la valoración del Gobierno sobre la reforma laboral; destaca que los excedentes empresariales continúan creciendo mientras cae la remuneración de los asalariados y denuncia la creciente desigualdad social.

UGT exige al Gobierno que rectifique, no se cobije bajo el paraguas de la Troika, y cambie el rumbo de la política económica. Es necesario estimular la actividad y el empleo con planes selectivos de inversión, entre ellos en el sector industrial; propiciar un nuevo modelo productivo; una actuación firme para que las entidades financieras restablezcan el crédito a familias y empresas y una reforma fiscal integral, que avance en la lucha contra el fraude.

Principales datos

Según los últimos datos publicados hoy por el Instituto Nacional de Estadística (INE) relativos a la Contabilidad Nacional Trimestral, la economía española registró en el segundo trimestre del año 2013 una contracción interanual de su actividad del 1,6%, cuatro décimas menor que la experimentada en el trimestre previo, en la que el decrecimiento se situó en el 2%. En lo que respecta al crecimiento trimestral, la variación se ha situado en -0,1%, siendo la tasa tres décimas superior a la registrada en el primer trimestre del año.

Los datos desagregados de carácter interanual recogen que el comportamiento de la demanda interna ha sido en este trimestre relativamente mejor que en trimestres anteriores ya que su contribución al crecimiento ha sido menos negativa, pasando del -4,6% al -3,6%. En cambio, la aportación de la demanda externa ha mostrado una peor evolución, disminuyendo seis décimas su aportación al crecimiento al situarse en el 2%.

En lo que respecta a la demanda nacional, cabe apuntar que su menor contracción ha venido derivada de las menores caídas tanto en el gasto en consumo final como en la inversión de capital fijo. Así, la moderación de las caídas en el gasto en consumo final de los hogares y en el gasto en consumo final de las administraciones públicas, que pasan de registrar tasas del -4,3% al -3,2%, y del -3,3% al -2,4%, respectivamente, permiten una ligera mejora de este indicador, que, no obstante, continúa registrando una contracción elevada. Por su parte, la inversión pasa de caídas del 7,5% a disminuciones del 6,4% gracias a la evolución de los activos fijos materiales.

Por otra parte, el importante crecimiento de las importaciones, que pasan de caer un 4,8% a crecer un 3,1%, están detrás la citada moderación de la aportación positiva del sector exterior al PIB, y ello pese a que las exportaciones continúan mostrando un muy buen comportamiento al crecer un 9,2% en el segundo trimestre del año, 5,6 puntos porcentuales por encima de los del trimestre anterior.

Por el lado de la oferta, se observa que el sector primario, las industrias manufactureras y los servicios (es sector con mayor peso en el PIB) moderan sus caídas con respecto al trimestre previo. En cambio, tanto la industria en su conjunto (que cae un 3,1%) como la construcción (que se contrae un 5,9%) empeoran su situación al registrar disminuciones de su actividad más intensas que en I trimestre del año.

En lo referente al empleo, que la Contabilidad Nacional mide en términos de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo, continúa la importante destrucción de puestos de trabajo, situándose su tasa de variación en el 3,8%, sólo 7 décimas menos que en el trimestre previo pese al significativo ajuste que se viene produciendo en los últimos años en el mercado de trabajo. En términos absolutos este dato supone la destrucción de 623 mil empleos a tiempo completo en el último año. Destaca la destrucción de empleo en la construcción, que presenta una tasa del -15%.

Por último, en la distribución primaria de las rentas comprobamos que la remuneración a los asalariados continúa presentando importantísimas caídas (en este trimestre del 5%), al igual que los coste laborales (-2,3%), en clara contraposición con los excedentes brutos de las empresas, que continúan registrando tasas positivas (3%). Como consecuencia directa encontramos que, mientras que los dos primeros indicadores contribuyen negativamente al deflactor implícito del PIB (variación de precios de la producción doméstica), los excedentes empresariales son el principal indicador que presiona al alza al mismo, mostrándose como el primer y casi único factor inflacionista de la economía.

Valoración

Los datos de la contabilidad nacional trimestral del segundo trimestre del año, publicados en la mañana de hoy por el Instituto Nacional de Estadística (INE), arrojan una contracción interanual de la economía española del 1,6%, que, unido a la actualización de la serie contable de los años 2009-2012 hecha pública esta misma semana corrigiendo los datos del PIB de esos años y apuntando a que en dicho periodo la caída de la actividad fue mayor que la estimada en un principio, han puesto de nuevo de manifiesto que no existe la más mínima razón para el optimismo sobre la situación económica del país expresado por destacados miembros del Gobierno recientemente, a la vez que se ha constatado nuevamente el fracaso de las políticas llevadas a cabo en nuestro país desde el año 2010, y especialmente de las desarrolladas en esta legislatura, basadas en la austeridad a ultranza y en los recortes económicos y sociales.

Así, en una sola semana hemos conocido no sólo que la actividad continúa contrayéndose a un ritmo elevado, con graves secuelas sobre el empleo, sino que la situación económica en los últimos años ha sido peor de lo inicialmente estimado, revelando la inutilidad de las políticas desarrolladas para hacer frente a la crisis, además del impacto negativo que están teniendo sobre el consumo (consecuencia directa de las subidas de los tipos impositivos indirectos y de la agresiva política de devaluación salarial emprendida por el Gobierno por la reforma laboral), el empleo (con una tasa de paro superior al 26% y con una caída de la ocupación cercana al 4%), la protección social (restricción de derechos básicos, afectación a nuestro sistema de Seguridad Social y asedio a los servicios públicos con recortes que no cesan) y sobre el grado de cohesión social y nivel de pobreza.

Los datos de la Contabilidad Nacional señalan abiertamente la terrible realidad de nuestro mercado de trabajo, y no el mundo irreal que la Ministra del ramo nos pretende dibujar con la presentación de una más que optimista evaluación de la funesta reforma laboral aprobada por el Gobierno del Partido Popular, rayana en la ciencia ficción. El empleo no va crecer porque lo diga el Gobierno en un acto político de fe propagandística, sino cuando la actividad económica lo permita después de aplicar otro tipo de políticas. Seguir pensando a estas alturas que la legislación laboral tiene la llave de la creación de empleo es incidir en el error en el que pertinazmente vienen cayendo los responsables políticos desde hace tiempo.

Es revelador que cada vez sean más los expertos y las instituciones de análisis económico, tanto de ámbito nacional como internacional, que se posicionan en contra de estas políticas de austeridad no sólo en España sino en toda la Unión Europea. Son cada vez más las voces autorizadas que censuran las políticas que nos condenan al estancamiento -sino recesión o depresión económica- continuado en el tiempo, y que abogan por centrar el objetivo principal de la política económica en el crecimiento económico y en el empleo.

Así, aquellos que defiende estas políticas contractivas se quedan de nuevo sin argumentos ante un caso paradigmático como es el de Grecia, que tras aplicar los dogmas neoliberales y realizar todos los ajustes que le pedía la troika, no sólo está lejos de alcanzar el más mínimo signo de recuperación, sino que su situación empeora y se empieza a contemplar la posibilidad de que su economía necesite un tercer rescate. O incluso como el de España, que después de años de ajustes y recortes continuados, se vienen produciendo caídas de la actividad y del empleo, a lo que habría que sumar las escasas perspectivas que existen acerca de una pronta recuperación, como señalan las previsiones de la OCDE o del FMI.

En definitiva, si España y Europa quieren salir de la crisis en la que se hallan inmersas, deben emprender un cambio radical en las políticas económicas y sociales. No basta con relajar tímidamente los objetivos de déficit, aunque sus efectos sean positivos, para que la situación cambie. Son necesarias otras políticas adicionales y de mayor intensidad, como un plan de choque para el relanzamiento de la actividad económica a nivel europeo, avanzar en la lucha contra el fraude y la elusión fiscal, luchar contra los paraísos fiscales o conseguir recuperar la capacidad de financiación de todos los países miembros (objetivo que debe de contar con la participación activa del Banco Central Europeo)

A nivel nacional, también son necesarias reformas profundas aunque de sentido inverso a las que se vienen aplicando en los últimos años. Medidas que apuesten, entre otras, por una reforma fiscal integral que redistribuya los costes entre ciudadanos y empresas y entre las rentas altas y bajas, terminando con la vergonzosa situación actual en la que mientras que los excedentes empresariales continúan creciendo, la remuneración a los asalariados (variable de la que depende el consumo y por ende la actividad económica) continúe cayendo, por lo que la gravedad de la crisis la vienen soportando principalmente las rentas del trabajo. Estas políticas están incrementando la desigualdad social hacia cotas de especial gravedad en el contexto de la Unión Europea, porque vienen estando acompañadas de actuaciones restrictivas y limitativas de la protección social, dejando a amplias capas sociales en la pobreza.

La disminución del poder de compra de los salarios en España, como evidencia la contabilidad nacional, está lastrando las posibilidades de salida de la crisis, al debilitar con intensidad el consumo interno. Las exportaciones no están pudiendo equilibrar, dadas las insuficiencias y debilidades de la actividad empresarial española en el exterior, los perjuicios que están produciendo las políticas de devaluación salarial en la actividad económica. No mejorará la demanda externa sobre la base de bajos salarios y empobrecidas condiciones de trabajo, pero si impedirá que remonte mínimamente la actividad económica en nuestro país.

También debe ponerse coto al hecho de que las empresas más grandes y con mayores beneficios sean las que menos carga fiscal tengan, en perjuicio de las PYMES, que son, además, las más castigadas por la falta de financiación bancaria.

Es, también, en este último punto donde se hace necesaria una actuación firme por parte del Gobierno para que las entidades financieras vuelvan a desempeñar el papel que les corresponde y reanuden la concesión de liquidez a la economía, dejando atrás la sequía crediticia a la que están sometiendo a familias y pequeñas y medianas empresas y que tanto daño está haciendo al consumo y a la inversión, tal y como indican los datos de la contabilidad nacional conocidos hoy, y que el Gobierno lo haga ya sin levantar falsas expectativas sobre la inyección futura de recursos a favor de estas empresas que nunca terminan de llegar.

O medidas que pasen por estimular la actividad económica a través de planes selectivos de inversión que ayuden a la reorientación de la actividad de aquellos sectores más castigados así como estimular la actividad industrial, tan necesaria en una economía potente. O aquellas otras medidas que se encarguen de potenciar las políticas activas de empleo, así como las políticas de formación en pos de mejorar por esta vía la productividad - y no por medio del debilitamiento de la capacidad de compra de los trabajadores y el empobrecimiento general de la población, – de forma que el trabajo desempeñado aporte mayor valor añadido a la producción y a la economía. Y que las políticas apuesten por otro modelo productivo, basado en la Ciencia, la investigación, el desarrollo, la formación, la mejora de la calidad empresarial, y en un empleo de calidad.

 

El margen de actuación es, tal y como se puede comprobar, muy amplio, por lo que el Gobierno no puede seguir eludiendo su responsabilidad y cobijándose en el paraguas de la Troika. Cada día que pase sin que se actúe en la dirección correcta supondrá un día más de sufrimiento para la sociedad española y un riesgo mayor de fractura de la cohesión social.