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Categoría: Otras Noticias
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El aumento de los salarios debe ser el motor de la recuperación en nuestro país.

Los datos de la Encuesta Anual de Estructura Salarial de 2015, publicada hoy por el INE, vuelven a poner de relieve una penosa realidad de nuestro país: la crisis y a la estrategia deliberada de devaluación salarial practicada por los gobiernos hundieron los salarios en España, y ahora, cuando estamos en plena fase de expansión económica, apenas crecen. Son las empresas y no los trabajadores y las trabajadoras, quienes se están beneficiando de la mejora del aumento de la actividad. Los niveles retributivos son muy bajos, y son responsables directos de los aumentos de la elevada desigualdad de la renta y de los niveles de pobreza y exclusión social que soportamos, de los más altos de toda la Unión Europea. 

Los datos de 2015 indican que los salarios crecieron en 2015 un 1,1%, el mismo incremento que reflejó la Encuesta Trimestral de Coste Laboral. Ello supuso que ganaran 1,6 puntos de poder de compra, en el segundo año de crecimiento económico tras la intensa crisis vivida de 2008 a 2013. No obstante, es un resultado muy insuficiente, puesto que los salarios medios perdieron de 2009 a 2013 más de 7 puntos de poder compra.

Las políticas de recortes y devaluación salarial hundieron las rentas de los trabajadores y trabajadoras, y ahora es preciso que crezcan más y de manera más sostenida para que recuperen, al menos, el nivel de vida perdido.

El empleo que se crea es muy precario, y eso condiciona todo. Ya lo reconoce hasta el Presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, que señaló ayer a la precariedad laboral provocada por las últimas reformas laborales como la culpable de que los salarios no crezcan, lo que considera imprescindible para consolidar el crecimiento y la creación de empleo.

Y es que es una evidencia que los salarios en España son bajos y las condiciones laborales han empeorado, como consecuencia de la reforma laboral de 2012, que desequilibró la negociación colectiva drásticamente en favor de los empresarios. Resulta llamativo que en 2015 el salario de los asalariados con contrato indefinido se haya reducido un 0,7%. Es decir que, a pesar de la mejora de la actividad, la mayoría de los trabajadores y de las trabajadoras (tres de cada cuatro tienen contrato indefinido) vieron cómo sus salarios se reducían. Crece el PIB, pero se siguen reduciendo los salarios de gran parte de la población trabajadora.

Los salarios de la cuarta parte de asalariados que tienen un contrato temporal crecieron un 4,7% en 2015, lo que es positivo. Pero este resultado se produce por la intensificación del trabajo de estos empleados, que ocupan puestos remunerados y de menor productividad, y que son los que está generando nuestra economía, repitiendo un patrón de comportamiento que ha tenido nefastas consecuencias en fases anteriores. Pese a este aumento anual en 2015, el salario de quienes tienen un contrato temporal es un 33% inferior al de los trabajadores con contrato indefinido.

También en 2015 crecieron más los salarios de los ocupados a tiempo parcial (2,8%) que los de jornada completa (0,3%), reflejando también esa tendencia a la precarización generalizada del empleo, en la que los trabajadores son contratados por menos horas de las que desean trabajar, y que realizan gran número de horas extraordinarias. Los trabajadores a tiempo parcial ganan 5,12 euros por hora trabajada que los de jornada completa.

Por todo ello, el porcentaje de trabajadores con salarios inferiores al SMI, aunque ha descendió en 2015 cuatro décimas, sigue siendo elevado: el 12,6%, 3,8 puntos más que en 2008. Si se amplía el intervalo hasta quienes cobran hasta dos veces el SMI, el porcentaje de trabajadores se eleva hasta el 45%, 1,7 puntos más que en 2008. Esto supone que casi la mitad de los asalariados y asalariadas de nuestro país en 2015 tenían retribuciones totales que no superan los 18.200 euros brutos al año, unos 1.300 euros brutos al mes (suponiendo catorce pagas al año), que una vez descontadas las retenciones del IRPF y las cotizaciones a la seguridad social, quedan en algo menos de 1.100 euros mensuales netos.

A pesar del crecimiento del PIB, la realidad del empleo en nuestro país conlleva unos salarios de miseria: prácticamente medio país es casi mileurista, como resultado de una situación de subempleo generalizada (seis de cada diez trabajadores a tiempo parcial quiere trabajar a tiempo completo y no puede) y de la generación de empleo mayoritariamente temporal y de muy corta duración.

Por último, es destacable el hecho de que la brecha salarial de la mujer, con los datos de esta Encuesta, se ha reducido en 2015 por segunda vez desde 2008, pasando de 23,25% a 22,86%. No obstante, sigue siendo muy elevada, e incluso un punto porcentual superior a la existente entonces.

En definitiva, los datos de la Encuesta de Estructura Salarial de 2015 vuelven a poner de relieve que los salarios en nuestro país son muy bajos, y que las políticas aplicadas desde 2010 han deprimido las retribuciones de los trabajadores y de las trabajadoras y han generado un aumento de las desigualdades y de los niveles de pobreza. En definitiva, han empeorado la calidad de vida de la clase trabajadora, de la mayoría social.

Desde 2014 ha vuelto el crecimiento económico, pero solo está beneficiando a las empresas y a los grandes capitales y fortunas. La clase trabajadora, y sobre todo la que peores empleos tiene, se está quedando mayoritariamente al margen. El aumento del PIB no va a traer por sí solo una mejora de la calidad de vida de las personas. Se necesitan medidas específicas para lograrlo, en cuatro ámbitos: cambiar el modelo productivo, para generar más riqueza y de manera más sostenible; mejorar la regulación del mercado laboral, para reducir la precariedad y promover empleo de calidad; extender y mejorar las redes de protección social, para sostener las rentas de los más necesitados; y reformar la política fiscal, para que recaude más y de manera más justa, mejorando la redistribución de la renta.

En particular, es preciso que los salarios crezcan más, y que ganen poder de compra en esta etapa expansiva. Porque sin mejores salarios, la recuperación no se consolidará y no llegará a las familias. Por eso desde UGT reiteramos la necesidad de que en 2017 los salarios de convenio aumenten en una banda que va del 1,8% al 3%, en función de los condicionantes de las empresas y de los sectores, garantizando en todo caso con cláusulas de revisión que siempre crezcan por encima de la inflación. Es una propuesta moderada, realista y muy necesaria, que beneficiaría al conjunto de los trabajadores y las trabajadoras, pero también a las empresas y al conjunto de la economía.